El etiquetado de productos cárnicos no solo cumple una función informativa para el consumidor, sino que es una herramienta esencial para garantizar la seguridad alimentaria. A través de normas europeas como el Reglamento 1169/2011, se regula la forma en la que deben mostrarse los datos más relevantes sobre el origen, composición y conservación de la carne. Esta información permite tomar decisiones de compra más informadas y favorece la trazabilidad cárnica desde el productor hasta el consumidor final.
¿Qué es el etiquetado de la carne?
El etiquetado de carne es el sistema mediante el cual se presenta información obligatoria sobre un alimento envasado o fresco. Su función es doble: informar al consumidor y garantizar la trazabilidad del producto dentro de la cadena alimentaria.
La normativa vigente establece que toda etiqueta debe ser clara, legible y veraz, incluyendo datos esenciales como la denominación del producto, el país de origen, los ingredientes y posibles alérgenos alimentos, entre otros. Este etiquetado también permite vincular cada lote a su lugar de producción gracias a la etiqueta de trazabilidad, un elemento clave en el control de la trazabilidad cárnica.
Información que encontrarás en el etiquetado de productos
El Reglamento (UE) nº 1169/2011, aplicable desde 2014, unifica la normativa europea sobre la información alimentaria que debe llegar al consumidor. Para clarificar su aplicación en el sector cárnico, la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (ANICE) ha desarrollado una guía práctica. La versión más reciente, actualizada en agosto de 2018, resuelve las dudas más comunes sobre el etiquetado y la trazabilidad de la carne y sus derivados.
¿Qué información debe llevar la etiqueta de la carne?
Según el Reglamento 1169/2011, toda etiqueta de carne debe incluir los siguientes datos:
- Denominación del producto: tipo de carne (ternera, cordero, cerdo, pollo, etc.).
- Lista de ingredientes (si se trata de un preparado) y advertencia sobre alérgenos.
- Cantidad neta del producto.
- Fechas de consumo preferente o caducidad, y en su caso, fecha de congelación.
- Condiciones de conservación y, si es necesario, instrucciones de uso.
- Nombre y dirección del operador alimentario o productor (incluido el RGSEAA).
- País de origen o lugar de procedencia, especialmente en carnes frescas.
- Información nutricional (para productos elaborados).
- Código o número de lote vinculado a la etiqueta de trazabilidad.
Este conjunto de datos, obligatorio en el etiquetado de carne fresca y en productos elaborados, no solo informa, sino que protege frente a posibles riesgos alimentarios.
¿Cómo son las etiquetas de carne más usadas?
Las etiquetas de carne pueden variar según el tipo de producto (fresco, elaborado, envasado, etc.), pero en general siguen un diseño funcional y regulado. Estas son las formas más comunes:
- Etiquetas adhesivas impresas: son las más frecuentes en el comercio minorista, especialmente en bandejas con carne fresca. Incluyen toda la información exigida, de forma legible (mínimo 1,2 mm de tamaño de letra).
- Etiquetas térmicas con código de barras o QR: además de la información básica, permiten el escaneo para acceder a la trazabilidad cárnicas más detallada (fecha de sacrificio, matadero, lote, etc.).
- Etiquetas para exportación o distribución mayorista: incorporan códigos específicos, certificaciones y datos del RGSEAA para controlar la distribución a nivel nacional o internacional.
Las etiquetas carne también pueden incorporar sellos de calidad, distintivos de producción ecológica o certificaciones como IGP, que ayudan a diferenciar el producto en el punto de venta.
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